lunes, 23 de noviembre de 2009

Chapter Six: Broken Days


Toda la noche sin dormir...

Las putas ocho de la mañana... nunca pensé en la vida por las mañanas... sobre todo desde que me levanto a mediodía. Esta vez decidí no dormir lo suficiente y alargar mas el día aún. Tenia hambre. Mire el reloj, marcaba las 10 y 25... quería bajar a la calle a por provisiones. Abrí las ventanas y me di cuenta de la cantidad de ruido innecesario de camiones, coches, motos, maquinas... un señor gordo y feo balbuceando ordenes a un hombre serio y negro, ancianas con el bolso en el antebrazo, hablando sin parar en la puerta del mercado... la vida de la calle siempre me ha gustado, el mundo esta ahí fuera, nadie se para a ver a su alrededor, están demasiado ocupados en su carrera, su trabajo, su futuro. Me sentí aliviado con todo esto, antes solía tirarme en el sofá a ver mierda y mas mierda, gente de cristal hablando de coños y pollas de otros. No estaba dispuesto a tragarme mas porquería televisiva, cogí las llaves, la cartera y me fui.

Con todo este jolgorio de sonidos y caras me sentí nuevo en el barrio. Llegué a la tienda, antes había unos frutos secos que los llevaba un matrimonio, eran vecinos del bloque, ahora los encargados son orientales y bastante mal educados, les comprendo, asique les pedí una barra de pan con una sonrisa, siempre agrada una sonrisa, las cosas irian mejor si la gente sonriera un poco.

Me cobró 50 céntimos por el pan, volví a la calle, hacia frío. Al pasar por la plaza de al lado de Barraquer... me acorde de ella. Ella, que tantas veces me aguantó. Supo aportar su experiencia sobre la mía... no supe mantenerla, no supe quererla, bueno, no supe demostrárselo. Nunca fui bueno en esto del amor, siempre hice lo que pude y lo que pude hacer se me escapó de las manos... siempre estaba ella para hacerme ver las cosas, nunca comprendió mi amor a lo extraño, mi odio a la normalidad. Recordé sus piernas... infinitas, que parecían decir: "tócame". Su pelo. Sus labios. Recordé también el olor de su piel, el calor de sus manos... me envolvió la paz, una paz que ya no volvería a tener. Asumí su ausencia.


Llegué a casa. Miré el reloj, marcaba las 11... las putas 11 de la mañana. Me mataba el sueño. Dejé el pan en la cocina y me desnudé. Otra vez frío. Me zambullí en la cama tapándome hasta las orejas con 4 o 5 mantas. El calor me volvió débil, el sueño llegaba... inevitablemente ella vino a visitarme con mas recuerdos, la acogí con cariño, sentí su aliento, su abrazo. Lloré.

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